En este artículo nos preguntamos por la viabilidad política y social de las medidas del gobierno nacional, que habla del éxito de esta primera etapa del proyecto del presidente Milei. Aunque existe la creencia firme de que el ajuste tiene una adhesión ciega por parte del electorado, las fugas comienzan a quitarle fuerzas al proyecto libertario.
Entre los referentes del mundo de la política y algunos estudiosos, resaltan las dudas de las capacidades del equipo gobernante para afrontar las tareas políticas que demanda instrumentar el plan libertario. Al gobierno “le falta calle, lobby, política”, reza un economista consultado por esta consultora, y explica que “el gobierno subestima la importancia de la muñeca política”.
Desde un comienzo, los consultores políticos advertimos que este sería un factor clave del éxito del presidente, y que el capital político es un factor determinante para avanzar en las reformas pretendidas y para implementar cualquier plan de gobierno. En su momento desde esta consultora insistimos que el gobierno debía enfocarse en garantizar la mayoría parlamentaria y mostrar solvencia en el manejo de los tiempos político-institucionales. Esto sin dejar de dar cuenta que contaba con el expertise administrativo-legal, relaciones con los poderes y jurisdicciones, caudal social de movilización, entre otros puntos.
El gobierno y sus íntimos aliados confían en el impacto del relato oficial y, en particular, del discurso de “ponen palos en la rueda” que apunta a la responsabilidad de la oposición de la falta de apoyo político y parlamentario. Un argumento con relativo éxito, teniendo en cuenta que paradójicamente acusa a los opositores de oponerse a sus planes de gobierno. Esta fue la táctica de comunicación tras el fracaso del proyecto de Ley Ómnibus en la Cámara de Diputados y la retirada oficialista sobre tablas.
El desenlace fue más exitoso en lo comunicacional que en la corta vida parlamentaria del proyecto. El ministro de economía, Luis Caputo, aclaró que el plan económico no corría riesgo, a contramano de la reacción de los mercados (que se mostraron nerviosos luego del traspié parlamentario). Además trascendió prontamente que el gobierno había retirado el proyecto, lo que generó la impresión de cierta solvencia política.
El equipo de comunicación oficial se mostró rápido en denunciar los hilos del progresismo detrás de sus propios errores. Esta contraofensiva discursiva junto a la confrontación con los gobernadores opositores, es parte del margen mediático que logró el oficialismo. No obstante, claro está que en el largo plazo este tipo de operaciones no serán suficientes para conservar adhesión social, pues en la medida que la propia ineficacia aparezca asociada a los resultados de gestión, este tipo de respuestas no harán más que seguir detonando la credibilidad del gobierno.
“La grieta da gobernabilidad”
En el marco de un crecimiento virulento de la inflación y deterioro del salario real, una de las estrategias más exitosas del gobierno fue y es seguir apostando a la grieta política. El discurso de confrontación con el kirchnerismo bajo el argumento de “pesada herencia” descentró la atención pública sobre las medidas económicas. El oficialismo, asimismo, supo instalar que los errores e impericia económica de la gestión de Alberto Fernández y el kirchnerismo en general, tienen la responsabilidad de la situación actual y la penuria del país. Con esto no sólo lograron la adhesión de los más identificados con el espectro anti-kirchnerista, sino que además ganaron tiempo.
Al respecto, cabe preguntarse ¿Hasta qué momento la grieta seguirá siendo un buen negocio? O dicho de otra manera ¿Hasta qué punto el discurso anti-k será suficiente para contener el descontento social con las medidas económicas del gobierno actual?
Mientras el presidente sigue abriendo frentes de confrontación con los gobernadores, es claro que el gobierno, además de una buena comunicación y un chivo expiatorio, necesita éxito económico y social de manera urgente.